Community care practices in a women’s collective in Mexico City during the pandemic

Eva Villanueva
24 July 2024
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Understanding the ways in which care is practiced in cities like Mexico City, where social, economic, and gender inequalities are deeply intertwined, is one of my research interests. With these concerns in mind, I approached the study of urban community care.

In this text, I share reflections on how, during the pandemic, a Colectivo de mujeres feministas que cuidan (CMFC) engaged in food care practices by delivering food parcels and meals to women and their families, providing emotional support among themselves. Analyzing self-managed groups like this Collective resonates with the proposal by Vega and Martínez (2017)[2] to approach community care from its heterogeneity, understanding that there are diverse modalities and forms in which daily life is sustained through networks, bonds, and spaces that transcend the nuclear family, the state, and the market. The actors in these activities are collective subjects.

By mapping citizen initiatives to address the pandemic in Mexico City in 2020, I  approached CMFC work. This Collective, composed of seven women aged between 30 and 40 years, with higher education and belonging to lower and middle economic strata, began their actions before the pandemic. They met at a feminist market on social media and at the Women’s Day march on March, 2018.

I am interested in highlighting not only the continuous care provided by the Collective from the community space but also explore the conditions that made it possible. In this regard, a key element was the mobilization of material and symbolic resources, raising money and donations through social networks (Facebook and Instagram) and connecting with a wide network of women and civil organizations. The activation of women who provided economic support and showed solidarity also revealed an unequal distribution of resources and stratification of care in this community space, with some dedicating more time and physical effort for deliveries, while others contributed economically through online monetary transactions.

On the other hand, the flexibility in time and the type of relationship with the labor market, where informality plays a central role in the cases reviewed, create conditions for multiple unpaid care work shifts performed by women, simultaneously in the community and family spheres. Time here nests a contradiction: it is a resource that facilitates participation in the community space while simultaneously contributing to the maintenance of gender inequalities.

The care provided by the CMFC was itinerant, covering different areas of the city, a care in motion. For example, a woman who worked as a delivery driver also delivered food parcels for the Collective. Care practices were also multisited, taking place in different locations (homes, metro stations) and online via video calls. The care provided by the Collective illustrates an overlapping logic of types of care and spaces where care is provided, encompassing both emotional and food care, and showing the permeability of care spaces extending from the community space to the home.

The women of the Collective shared a situation of economic vulnerability, aggravated by the pandemic. They experienced anger towards the state due to deficiencies in social care policies, which, combined with trust among them, facilitated care tasks in times of crisis. This showed how social protection gaps and the emotions derived from them triggered processes within the Collective to provide care.

Although the case of the CMFC confirms that urban community care reproduces the traditional gender order, where women are primarily responsible for care with heavy workloads, within the group there were reflections on the importance of self-care. These reflections sometimes led to self-care practices, such as finding leisure time, taking care of their diet, and taking their medication. In other words, the women of the Collective tried to position themselves as subjects of care and not only as providers of it, in addition to exploring a public motherhood that politicizes care.

The case of the CMFC reflects a feminized gender dynamic in the urban community environment, following an expansive logic of providing care that generates well-being and sustains life, but rooted in an unequal structure. Continuing to explore urban community care during and beyond the pandemic, as Gago (2018)[3] suggests, can help us understand the forms of exploitation of feminized bodies in capitalist society and, at the same time, explore how the reproduction of collective life is organized from non-extractive logics.

[Spanish version]

Prácticas de cuidados comunitarios en un colectivo de mujeres en la Ciudad de México durante la pandemia

Comprender las formas en las que se practica el cuidado en ciudades como la Ciudad de México, donde se entrelazan desigualdades sociales, económicas y de género, es uno de mis intereses de investigación. Con estas inquietudes en mente, me acerqué al estudio de los cuidados comunitarios urbanos.

En este texto, comparto reflexiones sobre cómo, durante la pandemia, un Colectivo de Mujeres Feminista que Crían (CMFC) llevó a cabo prácticas de cuidados alimentarios, entregando despensas y comidas a mujeres y sus familias, así como cuidados emocionales entre ellas. Analizar grupos autogestivos como este Colectivo resuena con la propuesta de Vega y Martínez (2017)[4] de aproximarse al cuidado comunitario desde su heterogeneidad, entendiendo que existen diversas modalidades y formas en las que se sostiene la vida cotidiana a través de redes, vínculos y espacios que trascienden la familia nuclear, el Estado y el mercado. Los actores en estas actividades son sujetos colectivos.

A partir de realizar un mapeo de iniciativas ciudadanas para afrontar la pandemia en la Ciudad de México en el 2020, me acerqué al trabajo del CMFC. Este Colectivo, formado por siete mujeres de entre 30 y 40 años, con educación superior y pertenecientes a estratos económicos bajos y medios, comenzó sus acciones antes de la pandemia. Ellas se conocieron en un mercadito feminista en redes sociales y en la marcha del día de la mujer el 8 de marzo en 2018.

Me interesa visibilizar no sólo los constantes cuidados brindados por el Colectivo desde el espacio comunitario, sino también explorar las condiciones que lo hicieron posible. En ese sentido, un elemento clave fue la movilización de recursos materiales y simbólicos que realizaron, recaudando dinero y donaciones mediante redes sociales (Facebook e Instagram) y conectándose con una amplia red de mujeres y organizaciones civiles. La activación de mujeres que brindaban apoyo económico y mostraban solidaridad también reveló una distribución desigual de recursos y de estratificación de cuidados en este espacio comunitario, con algunas dedicando más tiempo y esfuerzo físico para las entregas, mientras otras contribuían económicamente mediante transacciones monetarias en línea.

Por otro lado, la flexibilidad en el tiempo y el tipo de relación con el mercado laboral, en donde la informalidad tiene centralidad en los casos revisados, establece condiciones para que se dé una multiplicidad de jornadas de trabajo de cuidados no remunerados realizados por mujeres, en simultaneidad entre el ámbito comunitario y el familiar. El tiempo aquí anida una contradicción, es un recurso que favorece para participar en el espacio comunitario y, a la vez, contribuye a que se mantengan las desigualdades de género.

El cuidado del CMFC fue itinerante, abarcando distintas zonas de la ciudad, un cuidado en movimiento. Por ejemplo, una mujer que era repartidora por su trabajo, a la vez, hacía entrega de las despensas de la Colectiva. Las prácticas de cuidado fueron también multisituadas, realizándose en diferentes lugares (casas, estaciones de metro) y en línea mediante videollamadas. El cuidado que realizó la Colectiva muestra una lógica de traslapes de tipos de cuidados y espacios donde se cuida, abarcando tanto cuidados emocionales como alimentarios, y mostrando la porosidad de los espacios de cuidado que se extendían desde el espacio comunitario hasta el hogar.

Las mujeres del colectivo compartían una situación de vulnerabilidad económica, agravada por la pandemia. Experimentaban enojo hacia el Estado por las deficiencias de las políticas sociales de cuidado, lo que, combinado con la confianza entre ellas, facilitaba las tareas de cuidado en tiempos de crisis. Esto mostró la manera en que la desprotección social y las emociones que de ellas derivan, detonaron procesos en la Colectiva para brindar cuidados.

Aunque el caso de CMFC confirma que el cuidado comunitario urbano reproduce el orden de género tradicional, donde las mujeres son las principales responsables del cuidado con cargas de trabajo intensas, dentro del grupo surgían reflexiones sobre la importancia del autocuidado. Estas reflexiones a veces llevaban a prácticas de cuidado propio, como buscar tiempo de ocio, cuidar su alimentación y tomar sus medicamentos. Es decir, las mujeres del Colectivo intentaban posicionarse como sujetas de cuidado y no sólo como proveedoras de él; además de explorar una maternidad pública que politiza los cuidados.

El caso del CMFC refleja una dinámica de género feminizada en el entorno comunitario urbano, siguiendo una lógica expansiva de prestación de cuidados que genera bienestar y sostiene la vida, pero enraizada en una estructura desigual. Continuar explorando los cuidados comunitarios urbanos en la pandemia y más allá de ese periodo, retomando a Gago (2018)[5], puede ayudarnos a comprender las formas de explotación de los cuerpos feminizados en la sociedad capitalista y, al mismo tiempo, explorar cómo se organiza la reproducción de la vida colectiva desde otras lógicas no necesariamente extractivistas.


Eva Villanueva

[1] Contact: evamarpurpura@gmail.com Universidad Nacional Autónoma de México. This reflexion derives from my doctoral dissertation: El barrio cuida al barrio. Practices and circuits of care at the community level during the COVID-19 pandemic in Mexico City.

[2] Vega-Solís, C. y Martínez-Buján, R. (2017). Explorando el lugar de lo comunitario en los estudios de género sobre sostenibilidad, reproducción y cuidados. Quaderns-e de l’Institut Català d’Antropologia, (22 (2)), 65-81.

[3] Gago, V. (2018). Neo-comunidad: circuitos clandestinos, explotación y resistencias. En, Vega, Martínez y Paredes (eds), Cuidado, comunidad y común. Traficante de sueños.

[4] Vega-Solís, C. y Martínez-Buján, R. (2017). Explorando el lugar de lo comunitario en los estudios de género sobre sostenibilidad, reproducción y cuidados. Quaderns-e de l’Institut Català d’Antropologia, (22 (2)), 65-81.

[5] Gago, V. (2018). Neo-comunidad: circuitos clandestinos, explotación y resistencias. En, Vega, Martínez y Paredes (eds), Cuidado, comunidad y común. Traficante de sueños.

Picture by the author. Licensed under Creative Commons


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